Conducta sexual compulsiva ¿hay forma de tratarla?

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El sexo es un concepto bastante curioso en nuestra sociedad. Por una parte, todavía hay muchos tabúes en torno a él, a hablar públicamente sobre la sexualidad, o incluso a mostrarla, porque se considera como algo “vulgar” o inapropiado. Sin embargo, el sexo es una de las industrias que más dinero mueven en el mundo. La pornografía, a través de Internet, se ha convertido en un imperio imparable. Incluso las marcas que no tienen que ver con lo erótico han empezado a utilizar este tipo de fotografías o campañas más sensuales, jugando con la sexualidad de los modelos, para llamar la atención. Y es que el sexo vende y suele convertirse en algo muy importante para cualquier persona, esté o no en pareja. Tanto que a veces llegar a un punto complejo que puede derivar incluso en un trastorno.

En la serie Californication, el actor David Duchovny, conocido por haber protagonizado Expediente X, se metía en la piel de Hank Moody, un novelista que llegaba a Los Ángeles para salir de su bloqueo de escritor. Moddy se dejaba ver todos los días por los garitos más sórdidos de la ciudad, bares de striptease y demás lugares poco recomendables, desarrollando una adicción evidente al alcohol pero también al sexo. Algo que un hombre puede parecer “normal”, pero que en el caso de este personaje llegaba a tal punto que le impedía tener una vida correcta, tranquila, apegada a las personas. La adicción al sexo, conocida también como conducta sexual compulsiva, puede ser un problema realmente grave que puedan sufrir tanto hombres como mujeres, y que les lleve a concentrar toda su vida, sus pensamientos y energías en el sexo, con todo lo que eso supone para el resto de sus relaciones.

Qué es una conducta sexual compulsiva

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Se conoce como conducta sexual compulsiva al trastorno por el cual una persona no puede dejar de pensar continuamente en el sexo, teniendo fantasías sexuales o buscando la manera de satisfacer su propia lujuria en todo momento, en cualquier situación, incluso cuando debería estar pendiente de otras cosas. La conducta sexual compulsiva se conoce también como hipersexualización o adicción al sexo, y puede ser un trastorno tan grave como cualquier otra adicción a las drogas o al propio trabajo, ya que si se descontrola puede llegar a afectar por completo a la vida cotidiana de la persona que la sufre. Es un problema común a hombres y a mujeres, y de hecho, a través de los siglos se ha considerado que para ellos es normal tenerla, pero para ellas es algo prohibido, confundiéndose con la ninfomanía.

Cuando esto se convierte en un problema

El sexo no tiene porqué ser algo malo, y de hecho, es una de las mejores cosas que tenemos en esta vida, pudiendo compartirla con nuestros amantes, con las personas a las que deseamos y amamos, o simplemente disfrutarlo con otras personas como nosotros, que quieran solo pasar un buen rato. Sin embargo, como todo en la vida, cuando ese interés en el sexo se convierte en obsesión y llega a afectar a nuevas vida, a nuestro trabajo o al resto de relaciones, el problema aparece ante nosotros. La hipersexualización no tiene que ver con disfrutar del placer o estar cachondo todo el tiempo, sino con llevar esas fantasías, esa lujuria, mucho más allá, necesitando de hacerlas realidad en todo momento, como si fuera un impulso que no podemos detener y que por supuesto, acabará afectando al resto de nuestra vida.

Síntomas de que padecemos una conducta sexual compulsiva

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La conducta sexual compulsiva es uno de tantos síndromes que han sido descubiertos en las últimas décadas, cuando la psicología ha abierto nuevos caminos a la hora de entender este tipo de problemas. Una persona con conducta sexual compulsiva llega a sufrir ansiedad por no poder cumplir todas las fantasías ardientes y sexuales que tiene en mente. Esa ansiedad, esa eterna frustración, suele ser uno de los síntomas más comunes y de los primeros que aparecen para detectar esta enfermedad. Y es que por más sexo que se tenga, un adicto nunca tiene suficiente, por eso siempre va a estar eternamente insatisfecho, lo cual no deja de ser irónico teniendo en cuenta que el sexo es una de las sensaciones más placenteras que podemos probar.

Otro de los síntomas habituales es tener fantasías e impulsos recurrentes que tienen que ver con el sexo, y que pueden llegar a interrumpir actividades normales, desde una comida hasta una presentación en el trabajo. El impulso muchas veces es incontrolable, y de hecho, puede provocar situaciones muy aparatosas y vergonzantes. El problema se agrava cuando intentamos frenar todo eso por nuestra cuenta y nos damos cuenta de que somos incapaces de conseguirlo, de que ya nos está afectando más allá de lo que podemos controlar, y que nuestra necesidad de sexo incluso puede acarrear problemas graves como contraer ETS.

Tratamientos para la conducta sexual compulsiva

Si el punto al que hemos llegado es tan grave que no podemos hacer nada por controlarlo y sentimos que la situación se nos ha ido de las manos, lo mejor es actuar en consecuencia y buscar la ayuda de un profesional que nos sepa guiar. Llegar a este punto no es tan sencillo, porque como ya hemos visto, hay personas que son adictas al sexo y a pesar de los sentimientos encontrados, sienten que son incapaces de dejar de pensar o fantasear en este tipo de relaciones. Tal vez con la ayuda de alguien cercano podamos llegar hasta ese profesional que pueda conseguir que dejemos aun lado la obsesión sexual y pensemos en todo ello de una forma más natural y sana.

Al ser un trastorno psicológico, el tratamiento muchas veces va dirigido a solucionar los problemas que suelen llevarnos a esa espiral de fantasías sexuales irremediables. Por ejemplo, entender que tal vez esa obsesión por el sexo puede venir dada por una huida de otros problemas, como la soledad o la frustración por no obtener el éxito esperado. El tratamiento también nos ayudará a darnos cuenta de la gravedad del problema y de cómo está afectando a los demás, no solo a nosotros, sino también a nuestros seres queridos, que solo miran por nosotros y quieren cuidarnos. El tratamiento puede ser muy diferente según el caso, ya que cada persona es un mundo, pero ya solo dar el paso para tratarnos es un buen comienzo para quitarnos de encima este problema que puede llegar a ser muy grave.