Trabajar como chica de compañía: todo lo que debes saber

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En Japón, considerado por todos como uno de los países más avanzados del mundo, existe un trabajo muy especial que se lleva a cabo por parte de chicos y chicas jóvenes: novio de alquiler. Los llamados host son personas que pactan pasar un tiempo con otras, que les pagan por su simple compañía. Suelen ser chicos atractivos e interesantes, cariñosos, corteses y dulces, el sueño de cualquiera. Sin embargo, solo ofrecen esa compañía. Nada de sexo, ni siquiera se les puede tocar, en muchos casos. La soledad n está muy extendida en el país nipón y por desgracia son muchos los jóvenes que deben acudir a este tipo de servicios para sentirse acompañados. Además, en el país del Sol Naciente estos host son totalmente legales, y trabajan a la vista del público, ya que no realizan ningún tipo de acción indecorosa… al menos de cara al público. En Occidente, el concepto de acompañante existe, pero siempre está mucho más marcado por el matiz sexual.

Y es que aquí no entendemos ese concepto tan popular en Japón de pagar simplemente por tener compañía, por dar un paseo, por mantener una conversación… Es algo que se nos escapa, seguramente por ser más sociables en ese sentido y contar ya con un buen grupo de amigos del que tirar para esas ocasiones. Cuando un occidental paga por tener la compañía de otra persona, normalmente está buscando ir más allá de un simple paseo. El sexo de pago sigue estando prohibido en muchos países, aunque al final, las trabajadoras sexuales siempre buscan la manera de poder trabajar donde sea. Lo que no es ilegal es pagar a alguien para que te ofrezca un masaje, o simplemente compañía. Demostrar que la relación se ha quedado solo ahí es complicado, lo que es un arma de doble filo para posibilitar o bloquear aun más la prostitución. Pero, ¿existen realmente chicas que ofrecen solo su compañía y se ganan la vida con este tipo de servicios? Pues así es. Aquí te vamos a hablar del mundo de las acompañantes VIP, para que puedas conocer una alternativa más en el mercado laboral. Eso sí, no es una alt3ernativa para todas las chicas, desde luego…

Una oportunidad para ganar mucho dinero

Las chicas de compañía suelen tener un patrón muy marcado que se repite casi en todos los casos. Son jóvenes, de entre veinte y treinta años, atractivas, elegantes y muy cultas. Se diferencian en ese sentido de buena parte de las prostitutas en que destacan por su saber estar, no solo por su atractivo o por su cuerpo. Tienen un don para tratar con los demás, para ser amables, divertidas, cariñosas. Saben escuchar y muchas veces eso es lo único que el cliente necesita. También hay chicas de compañía más maduras, que ofrecen estos servicios a hombres más mayores, para que la diferencia de edad no llame tanto la atención cuando estén en público. Se trata de un negocio que mueve mucho dinero, aunque para la mayoría de estas chicas es un trabajo secundario.

Están en la universidad y necesitan dinero para sus gastos, para pagarse sus estudios, para comprarse un coche… Como tienen que estudiar durante casi todo el día, buscan alternativas en las que puedan ganar una buena cantidad de dinero en poco tiempo. Y el servicio de acompañamiento VIP es una de las pocas opciones que te permite ganar más de 100 euros por hora, dejando además una gran libertad de horarios. Es por esto que muchas universitarias están aprovechando para convertirse también en chicas de compañía, sacando partido a su juventud, su belleza y su saber estar. Ganan mucho dinero, conocen a gente interesante, controlan por completo cada servicio que ofrecen e incluso pueden elegir a sus clientes. Como ves, este tipo de trabajo tiene poco que ver con la prostitución habitual que solemos ver en las calles y burdeles.

Qué hace una chica de compañía con sus clientes

Lo primero que hay que saber es que estas chicas de compañía casi siempre trabajan por su cuenta. Como mucho, pertenecen a una agencia que las recomienda, y que se lleva un tanto por ciento de su dinero, previamente acordado, por ponerlas en contacto con los clientes. Ellas eligen sus tarifas y horarios, los servicios que quieren y los que no quieren ofrecer, incluso el tipo de clientes que buscan. Pueden limitar su clientela a hombres de entre 30 y 50 años, por ejemplo, o negarse a hacer un viaje largo con ellos, incluso cuando les pagan todas sus horas. Al final, la decisión la toma la chica, ostentando así un poder que prácticamente ninguna prostituta posee. De ahí que muchas prefieran este tipo de servicios antes de tener que entrar directamente en el terreno sexual.

La chica de compañía se dedica primordialmente a acompañar a los clientes, a estar con ellos, a pasar buenos ratos de charla, paseos, cenas, viajes… Como decíamos antes, para nosotros resulta muy extraño que una persona pague a otra por el simple placer de su compañía, pero hay hombres que lo hacen de esta manera. Y no solo por tener a alguien con quien hablar o con quien dar una vuelta, sino también por lo que representa esa chica. Las acompañantes son elegantes, cultas, divertidas, educadas y atractivas, así que proyectan una imagen de absoluto éxito en quien tienen a su lado. Muchos hombres de negocios las llevan a cenas o presentaciones, precisamente para mostrar que se acompañan de mujeres con mucho que ofrece, tanto en lo físico como en lo social y cultural. Las chicas suelen pactar los servicios antes de quedar con sus clientes, hasta el punto de decidir si se puede tocar o no a la otra persona. El cliente deberá aceptar esas condiciones, o el encuentro nunca se producirá.

El sexo, un tema delicado

Hay mucha polémica y controversia con respecto al tipo de servicios que estas acompañantes ofrecen. Ellas defienden que no venden su cuerpo por dinero, ya que no hay interacción sexual con los hombres que las contratan. Sin embargo, nuestra mentalidad parece no poder entender cómo se gana tanto dinero simplemente por hacer de acompañante. Si un hombre tiene ese poder adquisitivo y no teme gastarlo, ¿qué le impide llamar a una prostituta para tener relaciones con ella, seguramente por una cantidad menor? Precisamente, eso es lo que diferencia a estas chicas de las trabajadoras sexuales: ofrecen servicios distintos. Si lo que quiere el cliente es sexo, mejor que acuda a una prostituta. Si busca compañía, saber estar, educación y elegancia, las acompañantes son una apuesta mucho más segura.

¿Significa esto que ninguna de estas chicas ha cobrado jamás por tener sexo con uno de sus clientes? Evidentemente no, porque al final todos tenemos un precio, y muchos de esos hombres terminan enamorándose perdidamente de la chica, y pagando lo que sea por estar con ella. Cada acompañante tendrá su forma de entender este paso, como algo natural y que puede darse en determinadas circunstancias, o como una línea roja que jamás traspasaría. Al fin y al cabo, si ya estás ganando dinero con tu compañía, ¿para qué llegar más lejos? Es una de esas formas de enfocarlo, aunque también podríamos verlo de la otra manera. ¿Qué le impide a una chica ganar el doble o incluso el triple solo por tener sexo consentido con alguien que se lo ofrece? Al final es un tema más moral y ético que otra cosa, y cada chica lo lleva a su manera.